lunes, 20 de diciembre de 2010

UNA NUEVA TRAGEDIA, UN VIEJO PROBLEMA

El accidente fatal del pasado 3 de noviembre, en el que 13 personas murieron y otras 18 resultaron heridas al volcar un colectivo en la ruta 176, entre las localidades santiagueñas de Campo Grande y San Ramón, en el departamento de Pellegrini, dejó en evidencia un problema de antaño que muchas veces soslayamos por nuestro exceso de pasividad.

El ómnibus pertenece a la empresa San José, pero podría pertenecer a cualquier otra empresa santiagueña; había partido desde la ciudad de Boquerón y se dirigía a Santiago capital, pero podría haber partido desde cualquier localidad de nuestra provincia, ya que muchas de las líneas de ómnibus que unen pueblos dentro de nuestro territorio provincial, no reúnen las condiciones reglamentarias para ofrecer un buen servicio.

Si bien la mayoría de estos micros son una bendición para gran parte de la población que necesita trasladarse por diferentes circunstancias (trabajo, educación, salud, trámites administrativos, abastecimiento de alimento u otros recursos, etc.), se pueden convertir en la peor maldición, como ocurrió con este accidente, o con otros más cercanos a nuestra realidad, por recordar las tragedias que protagonizaron ómnibus que unen Quimilí - Santiago y viceversa.

El servicio automotor de transporte de pasajeros es muy necesario y vital para el pueblo santiagueño, por tal motivo debería procurarse permanentemente su mejoramiento y evitar la decadencia en la que están sumidas muchas de las empresas que cubren tramos provinciales. Deberían establecerse estrategias que incrementen las frecuencias de los viajes, invertir en la renovación y mantenimiento de las unidades de transporte e intensificar los controles por parte de organismos estatales.

No es concebible que en los tiempos que vivimos, los santiagueños sigamos viajando en condiciones deplorables, en total hacinamiento, muchas veces peor que animales, soportando el calor, el frío, el agua, la tierra. Todo dentro de un medio de transporte que en cualquier momento puede llevarse nuestras vidas o la de nuestros seres amados.

Los gobiernos provincial y municipal deberían involucrarse más y con mayor eficiencia (si es necesario, con apoyo económico) para mejorar los servicios de transporte de pasajeros actuales, en especial en aquellos que unen las localidades más pequeñas y postergadas de nuestra geografía. No podemos esperar a que muera un santiagueño más o aparecer nuevamente en la crítica de la prensa nacional, para recién querer improvisar alguna solución que ya no reparará el daño.

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