viernes, 23 de noviembre de 2012

A LA PROMOCIÓN 92 DEL IIMM DE QUIMILÍ


Quimilí, Noviembre de 2012

Hola, ¿Cómo estás?

                        Ojalá que bien

        Hoy te escribo esta carta, porque estoy seguro que vos también me la hubieras escrito. Es que deseo encontrarme con vos y con cada uno de los compañeros de la promoción 92 del Instituto Incorporado Mariano Moreno.

        Quiero que compartamos una cena juntos y recordemos nuestro paso por la secundaria, ese lugar en el que se encontraron nuestras historias; donde vivimos, tal vez, la mejor etapa de nuestras vidas; donde compartimos infinitas alegrías y también tristezas y donde intercalábamos  las peleas con sentidos abrazos.

        Quiero que recordemos aquel tiempo en el que fuimos felices o quizás no, pero que, sin lugar a dudas, marcó a fuego nuestra existencia y aprendimos a hacernos a la vida. Ese tiempo en el que dejamos de ser niños para convertirnos en hombres y mujeres, con aciertos y yerros, con golpes y caricias y, sobre todo, con muchas ganas de crecer y ser personas de bien.

        Quizás te preguntarás por qué juntarnos ahora, si durante mucho tiempo ni siquiera nos saludamos. Muy buena observación. La respuesta es: porque es el momento de reparar las omisiones o equivocaciones que pudimos haber cometido, porque es el momento de charlar sobre ello y sobre los caminos que escogimos y nos llevaron al desencuentro y porque en definitiva es el momento de encontrarnos y festejar los 20 años de nuestro egreso de la secundaria, que no es poca cosa.

        Es tiempo de compartir lo que nos pasó y lo que queremos que nos pase. Por eso quiero que nos reencontremos todos; que recordemos y proyectemos; que nos riamos, bailemos e incluso lloremos y que volvamos a soñar con ser felices como en el 92  e, intentar así, revivir aquel momento cuando abrazados nos prometimos que los lazos de amistad y compañerismo que nos unieron en la secundaria serían eternos.

        No te estoy invitando, nos estamos invitando a vivir una velada maravillosa simplemente porque estarás vos, estaré yo y estaremos todos los que pertenecemos a la gloriosa promoción 92.

La cita es el 28 de diciembre a las 22hs.

No faltes por favor, necesito encontrarme con vos.

Firma: Uno más de la Promoción 92

miércoles, 21 de noviembre de 2012

OCUPACIÓN DE TERRENOS Y VIVIENDAS ¿NECESIDAD U OPORTUNISMO?


En varias ediciones de Revista LEA hemos puesto a consideración de nuestros lectores, realidades que tienen que ver con el déficit habitacional en la provincia y en particular en nuestra ciudad, que en las últimas décadas ha crecido aceleradamente en cuanto a su número de habitantes y la infraestructura existente no alcanza a satisfacer las necesidades de un techo digno para las miles de personas que decidieron venir a radicarse a Quimilí desde los parajes rurales.

También hemos manifestado cómo empresas y particulares se apropiaron de terrenos del ex ferrocarril General Belgrano para sacar provecho económico de una zona altamente comercial como lo es a lo largo de la Avenida Rivadavia.

Algunos por necesidades reales, otros por oportunismo económico y otros por formar parte de grupos organizados que van tomando terrenos, los ocupan y luego venden la posesión para empezar de nuevo el ciclo -usurpar, habitar por un tiempo y vender la posesión-.

En la edición anterior publicábamos testimonios de algunas personas que intentaban tomar terrenos en el Barrio Las Tres rosas, quienes después de estar por más de 45 días a la vera de la ruta nacional 89, finalmente accedieron a los terrenos e inmediatamente los lotearon, se repartieron los lotes y empezaron a construir. Muchos de ellos tienen necesidades reales de habitación, pero hay otros que ya empezaron a ofrecer esos lotes para vender la posesión. Entonces, ante estas circunstancias, uno se pregunta: ¿esto es necesidad o avivada?

En las últimas semanas también hubo intentos de ocupación de terrenos en los barrios Calasanz, Triángulo y en las viviendas sin estrenar del Barrio Fonavi IV, pero los intentos fueron frustrados por la policía.

Los periodistas que pudimos recoger testimonios de las personas que intentaban ocupar terrenos o viviendas, percibimos el fastidio de ver como a ellos, que según sus expresiones, “tienen necesidades verdaderas” los sacan de los sitios a ocupar y a los más poderosos los dejan ocupar y construir sin ningún impedimento.

La situación es complicada y la verdad que tantos años de descontrol no se resuelve de la noche a la mañana. Pero ya es tiempo de que nuestras autoridades municipales, provinciales o nacionales se ocupen del asunto y que a través de la justicia hagan que aquellos oportunistas que ocuparon terrenos ilegalmente, devuelvan lo que es de todos y que aquellos que tienen la necesidad real de una vivienda digna, sean atendidos por el gobierno y tengan la chance de tener su casa o un terreno para construirla.

Quienes constituimos el pueblo de Quimilí no somos ingenuos y nos damos cuenta de: quiénes son los que realmente necesitan una morada; quiénes son los avivados que usufructúan con lo que es común y quiénes son los acomodados que tienen prioridades en la adjudicación de viviendas.

Diego Eliseo Leonardo López-Vecino de Quimilí

Recuperar la esperanza

A instancias de realizar un trabajo para geografía humana cuando estudiaba en el profesorado, me tocó encuestar a algunas personas en un asentamiento precario en las afueras de la ciudad en la que vivía. Una de las preguntas de la encuesta era: ¿Qué es la dignidad para usted? Y se me grabó en la mente y en el alma una respuesta de una señora que con lágrimas en los ojos me respondió: “la dignidad para mi es poder darle un techo donde vivir a mis hijos, así sean unas cuantas chapas, pero que sea de ellos y a partir de allí trabajar duro para alcanzar algo mejor”.


Cuanta sabiduría encontré en sus palabras y tanto significaron en mi vida que las adopté como filosofía de vida y las recordaba cada vez que sentía que el mundo se me volvía en contra y mis fuerzas se veían superas por la adversidad que propone la cotidiana realidad de aquellos que nacieron pobres y sin recursos. Entonces sacaba fuerzas de donde no imaginaba y seguía en la lucha, estudiando y trabajando porque estaba convencido de que ese era el camino de la superación.

Dios y la vida quisieron que no perdiera la esperanza y no me alejara del objetivo de alcanzar la dignidad de tener un techo propio para mi y para mis hijos. Dios y la vida quisieron que valorara y aprovechara las posibilidades que me dio el estado y mi familia de estudiar y trabajar para tener un presente y un porvenir mejor.

Hoy muchas personas se encuentran sin la dignidad de un techo que las cobije, sin la atención elemental de la salud o sin acceso a la educación. Algunos por desidia, otros por falta de oportunidades y otros por estar sumidos en una pobreza tan profunda que les hicieron perder la esperanza. Por ellos debemos trabajar los gobernantes, educadores, comunicadores y cada uno desde el lugar que ocupe en la sociedad para devolverles la esperanza y que crean firmemente que se puede salir de ese círculo que les impide progresar.

Pero para ello son necesarias políticas que los inserten en el sistema laboral y no que los acostumbren a recibir la dádiva asistencialista del estado que muchas veces es utilizada como instrumento de manipulación de los gobiernos para obtener votos; son necesarias políticas educativas serias, inclusivas, que mejoren la calidad del proceso de enseñanza aprendizaje, que prepare a los niños y jóvenes para la vida y no fomenten el facilismo con tal de aumentar la estadística de egresados; son necesarias políticas sanitarias que garanticen dignidad y profesionalismo en la atención de la salud de todos; son necesarios los buenos ejemplos de los referentes políticos y sociales, especialmente de aquellos que han sido elegidos para guiar nuestros destinos.

Además, es muy común, entre los más favorecidos socialmente, incurrir en prejuicios de que todos los postergados están en esa condición por no querer trabajar o por conformarse con la ayuda social que reciben, pero lo cierto es que la falta de trabajo decente es una realidad, las opciones de estudio no son iguales para todos y que desgraciadamente las preferencias políticas hacen que se cometan muchas injusticias por favorecer solamente a los que son del mismo partido del gobernante de turno.

Si queremos ver los verdaderos cambios sociales que dignifiquen a todos, debemos comenzar por revertir estos vicios y prejuicios que están enquistados en nuestra comunidad, superan nuestros egoísmos y trabajar todos por el real bien común de todos.

Diego Eliseo Leonardo López