Domingo 24 de octubre de 2010
Viven una misma realidad: sociedades donde el nivel de alfabetización es bajo, la posibilidad de acceso al secundario es casi nula, el embarazo adolescente y el alcoholismo están en aumento y hay un escaso mercado laboral, en su mayoría informal, donde los planes sociales son el sustento de gran cantidad de familias.
Cincuenta y dos directores de escuelas primarias de bajos recursos del noroeste y nordeste argentino visitaron Buenos Aires la semana pasada para participar del programa "Directores: líderes en acción", organizado por la Universidad de San Andrés y la Fundación Deutche Bank. LA NACION entrevistó a cuatro de estas directoras que dirigen escuelas en zonas poco pobladas y escaso desarrollo.
Josefa Luna dirige una escuela que está a 115 kilómetros de la ciudad de Quimilí. En la zona Árbol Blanco Sur, viven 145 personas y sus alumnos son 32. Luna contó a LA NACION que la escuela fue fundada hace nueve años y no disponían de electricidad, ni gas ni edificio escolar: sólo alumnos y que los primeros educandos tenían “sobriedad”, pues “había chicos de 12 años que nunca habían ido a la escuela”. Para esta comunidad escolar es fundamental la asistencia de la escuela de Pilar, Saint Catherine´s Moorlands, que los ayudó a construir la escuela y beca a varios alumnos para que estudien. La realidad de esta comunidad es muy dura, según explicó la docente, "la mayoría de los padres son analfabetos y tienen un futuro de procreación. El Estado está ausente".
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