viernes, 23 de abril de 2010

ENCONTRAR UNA SALIDA URGENTE

El 2010, como todos los años en la Argentina, se presenta complicado, incierto y desesperanzador. Más aún, cuando los máximos referentes de la política nacional y los principales gobernantes del país se empecinan en acaparar el poder a toda costa, defendiendo intereses mezquinos que nada tienen que ver con las necesidades reales de la población y no se les cae una idea creible que nos oriente hacia un futuro más promisorio.
En esta puja permanente para ver quién es el más fuerte y para buscar la manera más certera de eliminar al otro, los medios masivos de comunicación (uno de los poderes máximos del estado contemporáneo) no contribuyen para nada en poner paños fríos y buscar salidas conciliadoras a la situación. Por el contrario, siguen agregando leña a la caldera nacional, que en cualquier momento, indefectiblemente va a explotar. Y en el medio está el pueblo, que sigue absorto, pasivo y expectante, como sus representantes juegan una vez más con el destino de este país maravilloso.
¿Por qué nos cuesta tanto aprender de nuestro pasado?, ¿por qué nos empecinamos en repetir permanentemente los errores que nos llevaron al colapso?, ¿por qué nos encaprichamos en hacer todo aquello que sabemos que no nos conviene?. Quizás seremos así nomás y no nos interesa realmente ser una verdadera nación. Tal vez por eso no nos involucramos, dejamos que nos manipulen con planes asistenciales que en muchos casos atentan contra la cultura del trabajo e invitan al estancamiento personal, familiar y social, total se sobrevive y siempre algo se liga.
Me niego a aceptar esta realidad, me niego absolutamente, porque estoy convencido de que SÍ hay salida, SÍ se puede cambiar el rumbo. Pero depende de nosotros, depende de nuestra voluntad de abandonar la butaca del espectador y comenzar a exigir a nuestros representantes, políticas serias de estado, poniendo énfasis: en la educación (pilar fundamental de cualquier estado que quiere ser grande en serio); en que cada jefe de familia tenga trabajo digno para sostener por sus propios medios su hogar, sin tener que esperar las dádivas manipulantes de ningún gobierno; en que todos los habitantes tengamos derecho a una vivienda digna, a una buena atención de la salud, al acceso del agua potable y a vivir en un espacio seguro y saludable social y ambientalmente.
Ojalá que nuestros representantes tengan la grandeza de establecer acuerdos serios y buscar las acciones más acertadas para procurar el anhelado bienestar de todos los argentinos, antes de que sea demasiado tarde.

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