Esto no debería generar grandes problemas dado los pocos años de existencia que tiene la infraestructura del inmueble escolar, sin embargo las dificultades edilicias comenzaron casi con su inauguración.
La falta de control, la impericia y negligencia en su construcción se tradujeron en un edificio que nunca estuvo acorde a las necesidades de la comunidad educativa a la que pertenecía, poniendo en riesgo permanente, fundamentalmente, a sus educandos.
Filtraciones en el techo, rajaduras en las paredes, drenajes deficientes, baños mugrosos (en este caso poco tiene que ver la construcción, sino más bien su cuidado y mantenimiento), por mencionar algunos de los problemas que presenta este edificio que pone en evidencia la corrupción y negociados en las obras públicas de aquel tiempo. Esta obra no tendría que haber sido aprobada si se hubieran hechos los controles reglamentarios.
Las necesidades del momento hicieron que funcionara igual y año tras año el deterioro se profundizó y hoy está al borde del colapso.
La necesidad llevó a la administración a desdoblar los grados en un turno más, implementando un horario intermedio hasta que finalicen las obras.
Nuestra revista tiene constancia de los innumerables reclamos que hizo la escuela para resolver sus problemas edilicios, pero sistemáticamente los pedidos fueron desoídos por los sucesivos gobiernos provinciales desde el 95´ a la fecha. Recién ahora cuando la escuela se viene abajo se pretende poner parches que no aseguran la solución del problema de fondo.
Muchas veces los directivos, docentes, alumnos y padres tuvieron que hacer beneficios y múltiples esfuerzos para ir resolviendo algunos problemas, pero le corresponde al estado resolver los problemas edilicios para que se pueda educar al ciudadano en un contexto de dignidad, cosa que los santiagueños pareciera que estamos en condiciones de recibir solo en cuentagotas y cuando se les antoja a nuestros gobernantes.
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