Un día decidiste darme la posibilidad de vivir y me pariste, no te importó el dolor ni si los tiempos venideros serían venturosos o desgraciados. Optaste por la vida y la defendiste por siempre regalando tu alma en cada decisión. Lo mismo hiciste con mis hermanas y formamos una hermosa y complicada familia.
Hoy ya soy un hombre y aprendí de tu sacrificio permanente en pos de nuestro bienestar. Reconozco cada uno de tus pasos, tus renuncias, tus lágrimas y alegrías. Por eso te digo eternamente “Gracias Mamá”.
Gracias mamá por esta maravillosa vida, que si vale la pena vivirla. Gracias mamá por darme raíces tan fuertes y alas tan ligeras para realizar la misión que me ha tocado vivir.
Gracias mamá por enseñarme con tu ejemplo a ser tan fuerte cuando el viento me es contrario y saber elevar mis ojos al cielo con humildad para pedir ayuda.
Gracias mamá por no compararme con nadie y aceptarme tal como soy. Gracias mamá por enseñarme a vivir y a AMAR a DIOS.
“GRACIAS POR SIEMPRE MAMÁ”
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