martes, 17 de abril de 2012

Se nos fue Doña “Juani”

Doña Juana Figueroa de Zaburgo “Juanita” q.e.p.d. una docente que entregó sus años a esa noble profesión, falleció el 30 de marzo de 2012.

Quienes tuvimos la dicha de conocerla y disfrutarla, expresamos nuestro pesar por la pérdida de tan maravillosa persona, pero nos queda en el corazón y en la memoria su alegría contagiosa y su compromiso por la educación.

Como fiel seguidora de LEA Revista del Interior, nos supo aconsejar y guiar, en nuestras primeras producciones siempre con la humildad y el respeto que caracterizaron su vida.

La familia LEA se solidariza y acompaña en el dolor a su esposo Camilo Zaburgo, a sus hijos Claudia, Marcelo e Ivana, a toda su familias y a quienes sufren su partida al Reino del Señor.



DESPEDIDA (por Kito Carabajal)

Fuimos compañeros de estudios en el “viejo” Colegio Mariano Moreno, aquel que supo sentar sus bien ganados reales en la umbrosa casona del Bº Juan XXIII, donde hoy se asienta la Escuela Especial Mundo Feliz. Por ese entonces, de aspecto casi patibulario, porque allí supieron asentarse las fuerzas policiales en los albores del siglo XX. Había un sótano luego devenido en aula de actividades prácticas para los varones y donde, decían las mentas, supo haber un calabozo con cepos donde se amansaba a los revoltosos que osaban desafiar las pocas pacientes ínfulas de la ¨poli¨.

Allí recalamos al término de nuestros estudios primarios una cohorte variopinta de jóvenes entre los cuales llegamos al término de los estudios, entre otros, mi prima Tití, Oscarcito Racich, Elvia Villaverde, Nelly Juarez, Nilda Carrizo, que será de ella, Mabel Herrera de Aerolito, Tiki Gerez, q.e.p.d., y entre ellos “la Juanita”, con su carita redonda y sus anteojos de aumento y una carga considerable de fragilidad y dulzura.

Tantos momentos compartidos en grupo, en alegres sonatinas, con cantos folklóricos porque conformamos un cuasi coro al que acompañaba yo con la guitarra y el bombo del bueno de Oscarcito.

Nuestra profesora de música era la señorita Margarita Murad, quién nos reunía en su casa, sobre Avenida Rivadavia, unas de las pocas de dos pisos por aquel entonces y donde por hoy vagan los recuerdos de los berrinches de la señorita “Peti” y la paciencia de Lilí.

En estas horas despido a quién fue excelente compañera y amiga, buena esposa y madre. Se ganó el respeto y el cariño de sus pares en sus muchos años de trabajo en el ahora Colegio de las Escuelas Pías (quien soporta la segunda pérdida en poco tiempo de una de sus componentes), en el Colegio Agrotécnico y en el profesorado Calasanz.

Que Dios le dé descanso y paz en verdes praderas donde no existe la pena y el dolor.

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