lunes, 17 de octubre de 2011

SE JUBILÓ EL “PROFE KIKE”

Agosto representó para el “Profe” Raúl Porcel de Peralta “Kike” el mes de su jubilación de la noble tarea de educar formalmente y en septiembre sus colegas y alumnos le demostraron su gratitud en diferentes actos como el que nos tocó compartir el 16 del corriente mes en el ISPP Nº7.

En la oportunidad se le brindó un sentido homenaje por su labor y se le manifestó agradecimiento por tantos años de entrega en pos de la educación. Los momentos de intensa emoción se sucedieron sin pausas ya que se proyectaron imágenes que plasmaron su vida y la vasta trayectoria profesional como docente. En representación del personal del establecimiento la profesora Clarisa Brusco ofreció cálidas palabras de despedida y Rubén Loys hizo lo propio representando a los alumnos y ex-alumnos. Este último entre los párrafos de despedida destacó: “Profesor, Ud. a cumplido, sobradamente su misión de educador, ha visto desfilar ante sus ojos varias generaciones de alumnos, me incluyo, entregando un bagaje importante de conocimientos y enseñanzas. Un profesor con mayúsculas, muñido de una significativa cultura general y, por ende, de una capacidad profesional extraordinaria, siempre seguro y claro en sus explicaciones. Por su didáctica supo transmitir conceptos que nos hicieron ver el costado artístico de la profesión de educador.

Para todo tenía una explicación, un porqué y una razón, casi siempre desde la filosofía o la etimología de las palabras, y cuando la situación lo ameritaba le adosaba una cuota de humor o alguna anécdota que hacían más amenas sus clases.

Con este perfil, en muchas oportunidades acompañó a grupos de alumnos en viajes de estudios, estudiantinas y momentos de recreación. Como buen psicólogo, sabía aconsejar e indagaba en el entorno para conocer la personalidad de los jóvenes y así llegar a comprenderlos”.

Seguidamente el Rector Leandro Díaz y la profesora Mónica Camaño hicieron entrega al homenajeado de una placa de honor, recordando su paso por la institución. A continuación el “Profe Kike” se dirigió a los presentes con estas palabras:

“En Esta distinción de la que soy objeto de parte de todo el Instituto es, sin dudas, una de las más significativas que yo pueda considerar, porque surge de la casa que muchos de nosotros ayudamos a desandar su camino exitoso allá por 1991. Y cuando digo muchos, me refiero a directivos, docentes, administrativos y alumnos que creímos que el ISPP N°7 estaba destinado a ser una posibilidad de crecimiento personal para los jóvenes, además de otras circunstancias favorables que resultan obvias destacarlas.

Han pasado veinte años y me corresponde decir adiós. Dejo estas aulas por imperativo del tiempo, de la naturaleza humana, de las disposiciones oficiales.

Y soy sincero también cuando digo que el alejarme no me hace del todo feliz. Vendrán otros días, con encantos y sinsabores, pero los que pasé aquí, con todos ustedes, quedarán como huellas imborrables en mi vida.

Antes de dar mi última clase le decía a un grupo de jóvenes que un carpintero, por ejemplo, demora poco tiempo en ver su trabajo concluido –por ejemplo una silla- entre que prepara la madera y le pone el último clavo. Además, trabaja con materia inerte. En cambio a nosotros, los docentes, nos lleva años ver como un niño o un joven alcanza niveles de sabiduría, y a esa persona que acompañamos la reconocemos como única, y en ese tiempo aprendemos a quererla porque exige también de nosotros la consideración en lo afectivo que es, al final, lo más valioso del vínculo humano. Y por consiguiente recibimos por años el cariño de ellos. El carpintero no llora cuando vende una silla o una mesa. Los docentes sí lo hacemos cuando vemos que nuestros alumnos se alejan, o cuando nos alejamos de ellos.

Ustedes comprenderán entonces el porqué de mi tristeza.

No tengo hoy más que palabras de agradecimiento. Permítanme en primer lugar referirme a mi familia, pilar fundamental para que caja jornada de trabajo haya tenido un sentido.

Luego a mis alumnos de veinte años, porque fueron la razón de la labor diaria. Dice Silvio Rodríguez en una canción muy bonita: “qué cosa fuera la maza sin cantera” y yo creo que nada es la educación sin nuestros jóvenes. Por eso los quiero tanto, porque le dieron significado a mi trabajo.

De mis compañeros de trabajo me acompañarán los mejores recuerdos. He decidido que así sea. Nada pudo haber sido tan importante como para hacerme llevar de alguno de ellos siquiera un rasgo de algo que no sea afecto positivo.

Y también quiero hacer nombres propios, a riesgo de parecer injusto, pero ustedes sabrán comprenderme. Recuerdo a Mónica Cardozo, primera rectora y gran amiga; juntos iniciamos este desafío. A Ramón Ibarra, además de rector, gran compañero y con quien compartíamos largas y amenas charlas.

A todos mis colegas, sin excepción, a quienes les dejo mi más grande gratitud por haber compartido estos años, brindado su respeto y disimulado mis fallas. He aprendido mucho de ustedes y por eso mi reconocimiento. A los que en este momento forman parte del cuerpo de profesores y a los que por alguna causa debieron dejarnos y están en otros institutos, o como Claudia y Sandra, a quienes las aulas del profesorado les quedaron pequeñas y se fueron a dar clases con el más grande de los Maestros, que necesitaba de personas fantásticas como ellas...

 No sería honesto conmigo si en esta circunstancia no menciono a dos personas incondicionales cuya relación supera lo institucional. Ellos dieron muestra de su caridad y grandeza humana en un momento muy difícil de mi vida. Muchas gracias Andrea y Pedro.

Para mis queridos amigos de la Administración, sólo tengo elogios y gratitud. Cómo olvidarme de los mensajes salvadores de Sergio, de los puchos de Lilián, de las charlas con Adriana, de la tolerancia de los otros chicos (claro, era el más viejo y dejaban pasar algunas). Un párrafo aparte para Raúl Nicolás Gómez, Chuni, quien me distingue con su amistad aunque cada vez debo ocupar más tiempo para verlo entero. Voy a extrañar tus charlas futboleras. Los voy a extrañar a todos.

Para el final mi reconocimiento a Leo, ex alumno desde la secundaria, luego colega y finalmente mi último Rector. Gracias por permitirme vivir este momento con ustedes, gracias por tanto afecto, y el más grande de los éxitos al frente de la institución.

Nuevamente mi gratitud a todos, han formado parte de 20 años de mi vida y seguirán por siempre en mi recuerdo”

Finalmente se leyó una bella carta escrita por sus hijos Álvaro, Cecilia y Pilar y se proyectó un video con saludos de familiares, colegas, amigos, alumnos y exalumnos.

Luego de los ceñidos abrazos y de las fotos que guardarán para la posteridad este momento, todos los presentes compartieron juntos, la sabrosas empanadas, las pizzas, el brindis y las bellas canciones que interpretaron Maira Morena, acompañada por Fabián “Sarita” Ruiz (Guitarra) y Walter Orellana (bombo).

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