martes, 23 de agosto de 2011

Por los Niños:

Agosto de 2011 para muchos argentinos será un mes histórico, algunos lo tomarán como el mes en que River Plate debutó en el Nacional B, otros fijarán su atención en la paliza electoral que le dio Cristina Fernández a toda la oposición en las primarias abiertas del 14 del corriente. Yo prefiero abordarlo como el mes que escogimos en nuestro país para agasajar a los niños.

Es preciso reflexionar sobre las necesidades de los más pequeños y si estamos tomando las decisiones acertadas para darles el presente que se merecen. No me refiero solamente a nuestros hijos biológicos o afectivos, sino a todos los niños, hijos de nuestro pueblo.

¿Es suficiente un solo día del niño?, ¿es suficiente un mes para los niños?, ¿es suficiente un juguete para entretenerlos?. La respuesta es un rotundo NO. Ellos necesitan toda nuestra atención, ellos necesitan que nos ocupemos urgentemente de sus múltiples necesidades afectivas, sanitarias, alimenticias, educativas y la lista no se acaba.

Aunque nos cueste ver la realidad cercana, en nuestro pueblo hay cientos de niños que no han recibido de la vida, más que un poco de suerte para no perderla. Sus vidas se han convertido en una terrible y siniestra pesadilla que intentan superar en cada minuto de su existencia.

Los adultos nos hemos ido endureciendo en demasía y pasamos por alto infinitas situaciones que nos muestran el infierno en que viven muchos de nuestros vecinitos. Y así vivimos indiferentes, siguiendo nuestros caminos banales, distrayéndonos con problemas irreales y lavándonos las manos porque es una situación de la que se debe hacer cargo otro.

Agosto debería ser el mes de los niños, pero no lo es, como tampoco lo son los demás meses del año. Y seguimos sin encarar la verdadera solución. No es suficiente el comedor infantil, la caridad esporádica de la gente o la asignación universal por hijo. Hace falta la decisión de romper con la indiferencia, exigir trabajo digno y no dádivas. Hace falta educar para recuperar la cultura del trabajo y políticas de gobierno que no fomenten el conformismo, la dejadez o el clientelismo político.

Los que somos adultos ahora pudimos lograrlo por la responsabilidad y el trabajo incansable de nuestros padres, que posibilitaron que nuestra niñez y adolescencia sea llevadera. Ahora nos toca a nosotros luchar y no escatimar esfuerzos para dignificar el presentes de estos niños, si queremos que aspiren a tener un futuro mejor.

Dejemos de mirar para otro lado y hagámonos cargo, cada uno desde el lugar que ocupamos en la sociedad -especialmente aquellos que tienen el poder político-, de los problemas reales de nuestro prójimo, para revertir en serio esta realidad.

Diego Eliseo Leonardo López

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