jueves, 12 de septiembre de 2013

Ser Docentes


              Ser docente ayer, hoy y en el futuro ha sido, es y será una enorme responsabilidad la que, a la vez, se constituye en un privilegio singular que todos los que ejercemos la docencia conocemos. La posibilidad de contribuir a la formación de personas es, sin duda, una tarea ardua y, por qué no decirlo, envidiable.
              La situación actual tiene características que hacen indispensable impulsar nuevas y variadas maneras de ejercer la docencia.
              Una de ellas, la disponibilidad de conocimientos nuevos, que nos impactan con una velocidad jamás antes experimentada, produce la rápida obsolescencia de algunos contenidos tanto en el ámbito tecnológico como en otros, y obliga a enfatizar el aprendizaje de habilidades, destrezas y competencias cuya vida útil supere la de aquellos.
Por otro lado, las posibilidades casi ilimitadas (tanto en el tiempo como en el espacio) de intercomunicación, la enorme oferta de información de diversa índole, en variado formato, y dispar calidad, la facilidad para el establecimiento de redes de distinto tipo, entre otras novedades, nos impulsa (o debería impulsarnos) a crear nuevas estrategias docentes que, lejos de combatir este nuevo escenario (que ha llegado para quedarse), lo aproveche en beneficio de la formación de las personas.
El que escoge la profesión docente, comienza un camino que está profundamente marcado por el fin último y primera prioridad que incluye su práctica: que los estudiantes aprendan y se desarrollen como personas íntegras. Esa prioridad involucra una responsabilidad enorme, y requiere de personas que tengan grandes capacidades, difíciles de enumerar en estos párrafos. De lo que no hay duda es que esas capacidades involucran una gran exigencia, a la que en el día a día los educadores debemos dar respuesta.
Tenemos la opción de dejar que esa exigencia sea algo externo, en ocasiones molesto, o asumirla como propia. Que un docente deba estar al tanto de cómo se divierten sus alumnos, de qué lugares obtienen la información, cómo aprenden mejor, qué es lo que les interesa, que les molesta o los afecta... ese es el desafío.
Conocer a los alumnos, hoy como antes, pero también hoy más que nunca, cuando el avance en la diversidad de opciones para acceder al conocimiento es muy rápido y es necesario estar al día. Además estar alertas ante las múltiples amenazas que la sociedad actual presenta para hacerlos fracasar -droga, alcohol, tabaquismo, el descontrol en el tránsito de motovehículos, la desintegración familiar, el libertinaje, el facilismo, la falta de oportunidades- y que en muchos casos destruirá sus vidas.
Conocer lo que hacemos, significa actualizarse, no sólo con lo que está en un libro, sino también con lo que hacen otros en los temas que enseñamos, con lo que se está descubriendo, con las realidades diversas de nuestros alumnos. Conocer como lo hacemos, estando abiertos a mirarnos y escrutarnos, permitiendo que otros nos miren y nos apoyen en el difícil y gratificante desafío de educar al prójimo.
En el mes de la educación felicidades a todos los educadores y a seguir trabajando por los niños y jóvenes de nuestro pueblo.
Ellos nos necesitan más que nunca.


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