domingo, 13 de octubre de 2013

Inocencia Robada



              El abuso sexual perpetrado contra menores es una calamidad cotidiana en nuestro país y Quimilí no está ajeno a esta lamentable realidad. En los últimos días y meses se han conocido casos aberrantes donde los propios progenitores son los demonios violadores. Situaciones que requieren de una actitud más seria y comprometida que permita intervenir adecuadamente. No es la primera vez que ocurre en nuestra comunidad y deseamos que sea la última.
              Intentando descifrar el por qué de esta realidad, buscamos datos y comprobamos algunas cosas llamativas y preocupantes. ¿Sabía usted, por ejemplo, que de cada diez ataques sexuales, seis tuvieron como blanco a menores de edad?, ¿Sabía que algunos casos individuales de abuso de menores trascienden y conmocionan, pero que según cifras oficiales sólo se denuncia el 10 por ciento del total de estos abusos, a nivel nacional?
En nuestro país solo se esclarecen alrededor de tres de cada cien casos denunciados de abuso sexual de menores. Es el delito menos sancionado de todos los que integran el Código Penal. Y si se tiene en cuenta que, como decíamos antes, como máximo se denuncia el 10 por ciento de los abusos sexuales infantiles que se cometen, tenemos un total de 3 casos con condena cada 1000. El dato contundente lo aporta el juez Carlos Rozanski, autor del libro Abuso sexual infantil: denunciar o silenciar.
Eduquemos a nuestros hijos sobre estos peligros, y esa será una tarea que deberá desarrollarse en el hogar en su primera instancia y luego en las escuelas. Cuidemos a nuestros hijos, destinemos un poco más de nuestro tiempo a hablar con nuestros niños y adolescentes, dejando de lado la idea de que lo sexual es un tema tabú o perjudicial para la mente de un menor. Mucho más perjudicial será tener que lamentar en el futuro hechos espantosos e irreparables como los que han salido a la luz últimamente. En definitiva, enfrentemos el problema y no sigamos tapando nuestros ojos con el velo de la hipocresía.
El problema se hace más complicado aún, cuando es en el propio hogar, como viene sucediendo en Quimilí, que tenemos al depravado agresor que somete a sus propios hijos con total impunidad. Los especialistas consideran que la vergüenza, la desconfianza en las instituciones y el miedo a las represalias del agresor desalientan la denuncia. Las estadísticas nos indican que la mayoría de los casos de abuso sexual infantil ocurren a manos de quienes se supone que deberían brindar protección a los niños. “Se dan en el seno familiar principalmente”, afirman los estudiosos del tema.
Vale resaltar que casi siempre son docentes, fundamentalmente maestras, quienes perciben los signos o tímidos mensajes que manifiestan los niños/as víctimas de abuso. Y son los que se hacen cargo y denuncian estos hechos. Tenemos que imitarlos y no dejarlos solos en esta lucha.
“La violación es uno de los delitos mas difíciles de medir. Las mismas características del acto ocultan su dimensión social. La violación no se confiesa en la mayoría de los casos”, explica Mariano Ciafardini, Director Nacional de Política Criminal.
Quienes habitualmente trabajan en esta problemática a nivel judicial sostienen que la razón más importante por la cual no se resuelven en la Justicia la mayoría de los casos de abuso sexual infantil, no es la ignorancia de los instrumentos legales disponibles, sino la voluntad de descartarlos, y eso tiene que ver con una raíz ideológica y de discriminación hacia las víctimas de abusos. Muchas veces no se tiene en cuenta que se trata de seres humanos a quienes se les destroza la vida casi antes de empezar a vivirla.
Por eso, desde este espacio hacemos el llamado a nuestra sociedad. Estemos alertas y si sospechamos de estas realidades, denunciemos. Se Puede. Podemos… y nunca más por favor.

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