En los últimos años la necesidad habitacional se ha incrementado. Las familias de menores recursos resuelven sus problemas de vivienda como pueden, generalmente de manera precaria, insegura e informal. Al reconocer que esta situación no solamente existe, sino que continúa expandiéndose en nuestra ciudad; también debemos aceptar que el riesgo de vida para estas personas es mayor, ya que se exponen a daños en su salud o su integridad física. Mencionando entre otros factores, el riesgo sanitario por la deficiente provisión de agua o la instalación de un tendido eléctrico inseguro.

La inversión que el estado debe realizar para la construcción de viviendas tiene que analizarse con mayor profundidad, mientras que los municipios o comisionados deberían hacer un trabajo de campo para determinar la demanda real, teniendo en cuenta que hay muchos ciudadanos que pueden pagar una cuota mensual y muchos otros que no lo pueden hacer.— Sin que esto sea un pecado, como a veces se plantea — tiene que haber una manera para atender dichas necesidades sin enfrentar a la gente como suele suceder, porque una casa supera cualquier realidad y es el gobernante el que debe estar capacitado para gestionar en favor de todos.
En Quimilí podemos observar decenas de casas ejecutadas y terminadas con fondos del gobierno provincial, que permanecen sin haber sido adjudicadas. Las decisiones tomadas con respecto a este tema no la conocemos, y por supuesto tampoco las comprendemos. Aunque a decir verdad uno espera que se respete más a la gente y se comunique con transparencia las ideas, las obras y acciones que el gobierno pretende llevar adelante.
¡Especular con las necesidades de las personas, a tal punto de adecuarlas a intereses políticos, se ha convertido en una práctica usual que repudiamos totalmente!
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