viernes, 22 de junio de 2012

Inseguridad: Tarea por hacer

          Pasaron las épocas (y las añoramos) en que la inseguridad era algo que afectaba a las grandes ciudades. Hoy Quimilí también está a la altura de aquellas en este tema, que invariablemente, ocupa los primeros lugares como motivo de preocupación.

Esto ocurre por una razón muy simple: inseguridad es sinónimo de intranquilidad para vivir, ya sea porque la hemos sufrido o por el temor a sufrirla.

Asistimos azorados a hechos sucedidos en nuestra ciudad, que no solo parece no tener fin, sino que van en aumento.

Las calles de nuestra ciudad podrían confundirse con un set de filmación, veamos:

Un tiroteo en pleno centro, con víctimas inocentes; podría corresponder a una escena de “Duro de matar”.

Vidrios de autos y locales comerciales, destruidos por jóvenes “estimulados”; a una escena de “Rebelde sin causa”.

Patotas de adolescentes enfrentándose entre sí con palos, cadenas y armas blancas, podría tratarse de “Peligro en el Bronx”.

Un empleado de una empresa de una empresa, disparando e hiriendo a jóvenes, no se aleja mucho de “Sin límites”.

Por último, el tan mediatizado caso de un ciudadano al que la impotencia y la impunidad, llevan a disparar y matar a un joven fuera de la ley, al cual se le llamó “El justiciero”.

Pero para nuestra desgracia, no son películas, son hechos reales que se van incorporando a la vida cotidiana, como lo son los jóvenes alcoholizados en cualquier lugar público, o entregándose a alguna adicción, a la vista de todos.

Una sinrazón en una ciudad que, por ubicación geográfica, potencial productivo y, sobre todo, recursos humanos, podría ser punta de lanza del desarrollo regional y provincial, y sin embargo se queda solamente en lo material, desdeñando lo que debería ser el vértice de esa punta: “Nosotros los ciudadanos” y no meramente habitantes.

Debemos tomar conciencia de este hecho, porque de no ser así, corremos el riesgo de convertirnos en un “Aglomerado de personas”, que poco tienen que ver, con ser una “verdadera comunidad” en donde cada uno importa.

La familia sigue siendo el bastión que hace agua por todos lados, pero es un bastión que debemos proteger y fortalecer.

Sin embargo, no debemos señalarla, como la única con tareas por hacer, ya que su rol se restringe a los límites del hogar, siendo muy poco lo que puede hacer fuera de ellos.

· ¿A quién le cabe entonces tal responsabilidad? La mejor manera de encontrar la respuesta, es hacerse preguntas:

· ¿Puede la familia, evitar la venta ilegal de alcohol?¿Puede la familia impedir el ingreso, la venta y el consumo de  drogas, en nuestra ciudad?

· ¿Corresponde a la familia registrar a los transeúntes para detectar armas y drogas que estos pudieran poseer?

· ¿Es, acaso, la familia, quien debe ordenar el tránsito, evitar las picadas en pleno centro, violaciones a normas de tránsito e incumplimiento de las ordenanzas existentes?

Las respuestas, si queremos realmente cambiar la realidad y no hacer la vista gorda, no puede ser otra que, No. No es la familia quien debe hacerlo, suficiente tiene con sus propias dificultades y responsabilidades, como para hacerse cargo de las ajenas.

Fuera de la casa, deben tomar la posta las instituciones constituidas para tal fin, cuya razón de ser es trabajar para mejorar la calidad de vida del ciudadano. Muchas ciudades lo han logrado, ¿por qué nosotros no lo lograríamos?

Dr. Enrique Federico Gil

DNI 14.441.943


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