miércoles, 27 de julio de 2011

QUIMILÍ: Colorido Mosaico Humano:

Quimilí, es un oasis entre tantas poblaciones desiertas, ya que ha ocurrido una suerte de milagro, por la inversión de capitales por parte de foráneos que llegaron de distintas provincias del país (Córdoba, Bs. As., Santa Fe, Chaco) o extranjeros de otras latitudes del mundo. Capitales que modificaron la escala económica virando hacia la explotación agrícola ganadera, ayudados por los suelos favorables, las tierras disponibles y la facilidad de comunicación entre ciudades.

Quimilí y su zona de influencia, como ningún otro sitio geográfico tan cercano a Chaco y Santa Fe, es el ejemplo claro de la mestización, del crisol de razas que supieron incorporarse con el devenir histórico atraídos por distintos motivos o por el destino mismo. En esencia amalgamaron una patria nueva y distinta, donde el sacrificio de cada uno de los que fueron llegando y de los que aquí estaban, sirvieron para construir desde abajo, uno a uno, los peldaños históricos que nos identifican…

Apenas despuntaba el 1900 una aurora nueva sellaba la historia de un nuevo pueblo. Aquellas tierras pobladas de montes vírgenes y de los primeros habitantes nativos (Tobas, Vilelas, Juríes, entre otros), dispersos en la inmensidad del impenetrable, daban lugar a uno de los fenómenos más profundos del misterio humano: la mezcla de sangre, culturas y tradiciones…

Libaneses, sirios, árabes, españoles, italianos, fueron los primeros grupos que arribaron con distintos propósitos. Se asentaron como pioneros y se dedicaron al comercio, a labrar la tierra o criar ganado. La vida les regaló una oportunidad de sembrar una nueva esperanza. Sus labores no fueron menos difíciles que la del aguerrido hachero, alma bendita de nuestros montes, y lentamente fueron tejiendo aquella red humana donde palpita todavía una simbiosis, un intercambio de aprendizajes mutuos entre criollos y gringos, entre los nativos y recién llegados.

Aquel proceso que comenzó hace más de un siglo sigue su rumbo a pesar de los cambios del devenir histórico. Así lo demuestran numerosos descendientes de alemanes, algún checo, suizo, austríaco, ucraniano y muchos latinoamericanos que en conjunto siguen adornando el colorido mosaico de nuestra gente.

Reconocer las raíces de nuestros abuelos, de nuestros padres y lo que nos legaron, es también un punto clave para reflexionar siempre. Ellos fueron como un cometa que dejó una brillante estela sellada en el tiempo, quizás una promesa perfilada hoy en retoños que, para muchos, suma la cuarta o quinta generación.

Saber quiénes somos y de dónde venimos es seguramente la base que nos permite saber a dónde conducimos el prisma de la vida. Es aferrarnos en la maduración de una idiosincrasia que resuene en la bitácora del tiempo y sintonizados con los nuevos aires…

Las colectividades que tejieron este crisol de hermanos quimilenses saben contagiar y compartir, como así también guardar en el cofre de los recuerdos: el sentimiento, las añoranzas, la calidez humana, el saludo entre vecinos, el mate y la tortilla, la siesta de verano o las heladas mañanas del invierno, las empanadas de cada domingo, los carnavales, el cantar de coyuyos y el silbido del crespín, el andar cotidiano como desafiando al tiempo, ese olor a campo que nunca se borra y el color nuevo de la ciudad que mira el progreso.

Además los testimonios, restos, utensilios y los nombres de los pueblos originarios quedaron impresos en nuestra geografía: Vilelas, Tobas, Juríes, Matacos, bravíos y ambulantes de nuestros montes que nos enseñaron a amar la naturaleza. Resuenan también en nuestros labios el silabeo del quichua y el nombre de los pueblos cercanos: Vilelas, Tobas, Pozo del Toba, Yuchán, Las Tinajas, entre otras. A ellos brindamos el paño magno de la provincia como símbolo de la reivindicación de sus derechos.

Recordamos con alegría y nostalgia a quienes nos enseñaron a amar este pedazo de tierra, a respetar a los demás y a soñar con un mejor porvenir. Por eso decimos que el quimilense lleva impreso un sello particular, caracterizado por tener un profundo amor a su tierra, a su cultura y a su tradición…



Fuente: “Quimilí Ayer y Hoy… Quimiles en flor”

Gentileza de la Licenciada Norma Andolfi

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