martes, 24 de julio de 2012

Muerte Digna: Reflexión del Dr. Enrique Gil

Como médico me tocó presenciar muchas veces los últimos días, horas y minutos de seres humanos, niños y adultos, hasta sobrevenir el único momento inevitable de todo ciclo vital, la muerte; y es así, porque si nacer, crecer, reproducirse y morir caracteriza a todo ser vivo sabemos que cualquiera de ellos puede evitarse, menos, una vez nacidos, la muerte.

De todas las muertes que presencie nunca ví ninguna que calificara de indigna mientras cumpliera con un requisito esencial, debía sobrevenir naturalmente, por la edad o precipitada por alguna enfermedad.

Excluyo de esta consideración las únicas que a mi criterio calificaría de tales, como las producidas por la guerra o la tortura, es decir por causas no naturales y deleznables, así como por otras causas menos comunes.

Me pregunto entonces a que le llaman algunos “Muerte Digna” tal vez a no deteriorarse paulatinamente, como proceso normal y morir cuando estamos rozagantes y “presentables”; quizás a no esperar a estar postrados por la debilidad y los dolores? Sino que dejemos esta vida aun en mejor estado que ese? Tal vez muerte digna fuera no llegar al babeo y a la incontinencia de esfínteres? Sería muerte digna la determinada pensando que una persona ya no tiene esperanza de sobrevida, ignorando los múltiples casos en los que un moribundo se recupera y sigue una vida normal!

O será que llaman muerte digna a los que puede ser decidida por el hombre en lugar de Dios?

Si así fuera el caso, un suicidio lo sería.

Claro que los seres humanos cada vez valoramos menos la vida, sobre todo la ajena y queremos pasar la nuestra lo mejor posible, sin penurias de ningún tipo, pero no somos nosotros los que la damos y no debemos ser los que la quitemos!

ME PREGUNTO SI ALGUIEN PENSÓ EN COMO GARANTIZAR UNA MEJOR ASISTENCIA A QUIENES SE ENCUENTRAN EN ESA CIRCUNSTANCIA, PARA NO ABANDONARLOS A LA DISYUNTIVA DE VIDA INDIGNA O MUERTE DIGNA!

En mi memoria guardo como el tesoro mas preciado, el recuerdo de un hombre que amó la vida de tal manera que acepto los dolores, la postración, la incontinencia, el babeo y la decrepitud como una parte ineludible de su esencia humana; es Karol Wojtila, Juan Pablo II que las mostró al mundo, ante y la admiración de millones como diciendo, “aquí estoy Señor como tu lo has dispuesto y hasta que Tú lo decidas”!

Fuente: www.elrayofm.com.ar

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