lunes, 12 de octubre de 2009

Te Juego a Que Puedo



Te Juego a Que Puedo
En el gimnasio de las Hermanas de la Cruz de nuestra ciudad, el día 25 de Septiembre, se realizó una jornada de sensibilización social, consistente en hacer saber y conocer cómo las personas con capacidades diferentes realizan actividades de la vida diaria y algunos deportes, colocándonos en el lugar de ellos.
En la jornada participaron alumnos de distintas instituciones educativas, realizando actividades como, practica de Torball (deporte que practican los ciegos), básquetbol en sillas de ruedas, simulación de una persona discapacitada cuando debe vestirse, esquivar obstáculos, entre otras.
En el día sábado 26, en el Ateneo de la Iglesia Santa Rosa de Lima, se juntaron los chicos de los Centros de Atenciones Múltiples de Tintina, que trajo 16 deportistas, Monte Quemado con 35 deportistas, Alderetes (Tucumán) con 23 y de Quimilí para realizar un campeonato de atletismo. Los deportes que se realizaron fueron: salto en largo, lanzamiento de bala y pelota de biesball y carrera de 100 m. por la tarde se hizo la entrega de trofeos a los participantes.
El domingo 27, en el gimnasio de las Hermanas de la Cruz, jugaron partidos de bochas, básquet y otros deportes y posteriormente se entregaron trofeos para culminar el encuentro.
“No es la discapacidad lo que hace difícil la vida, sino los pensamientos y acciones de los demás”.
“Ingresamos al campo buscando necesidades y nos encontramos con capacidades”.
Bienaventuranzas de la discapacidad:
Bienaventurados los que comprenden mi extraño paso al caminar y mis manos torpes.
Bienaventurados los que saben que mis oídos tienen que esforzarse para escuchar lo que dicen.
Bienaventurados los que comprenden que aunque mis ojos brillan, mi mente es lenta.
Bienaventurados los que miran y no ven la comida que dejo caer fuera del plato.
Bienaventurados los que con una sonrisa en los labios me estimulan a intentarlo una ves más.
Bienaventurados los que nunca me recuerdan que hoy hice dos veces la misma pregunta.
Bienaventurados los que comprenden que es difícil convertir en palabras mis pensamientos.
Bienaventurados los que saben lo que siente mi corazón, aunque no pueda expresarlo.
Bienaventurados los que me respetan y me aman como soy, tan solo como soy, y no como ellos quisieran que fuera.
Bienaventurados los que me ayudan en mi peregrinación hacia la casa del Padre Celestial.

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