Mientras aceptamos placidamente que los mosquitos fumigadores circulen libremente por las calles de la ciudad, como cualquier vehiculo particular estacionándose donde les plazca, también permitimos que otras cuestiones nos perjudiquen sin emitir sonido ni queja alguna.
Se queman pastos y basuras en cualquier esquina, en espacios públicos, al frente de salas de primeros auxilios, al lado de escuelas, en veredas y calles de cualquier barrio, como una práctica cotidiana y saludable.
Algunos vecinos explican que si no se quema pueden pasar años y la basura seguirá siendo parte del paisaje urbano.
Qué debemos hacer... ¡pedirle a la Municipalidad que nos auxilie, que recoja las malezas y cumpla con dicha obligación periódicamente; informarle que los impuestos que se pagan es para que se cumpla con el mantenimiento indispensable de la ciudad. Parece imposible, suelen explicarnos que la urbe se ha agrandado y no se pueden llegar a todos los barrios.
La limpieza, el alumbrado público y el riego de las calles se han convertido en servicios inalcanzables para muchos sectores de la ciudad, con ciudadanos mansos e indiferentes.
Duele mucho vivir en una ciudad contaminada, amenazada por venenos, humo y tierra, agravando problemas respiratorios y de piel en niños y adultos. No hay derecho. Alguien debe controlar lo que se hace y se deja de hacer en Quimilí.
Jesús Alejandro Landriel Sosa
DNI 17.524.708
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