Muchas veces cuando hacemos abuso de la expresión oral, corremos el riesgo de meter la pata o, dicho con otras palabras, hablar macanas.
Es lo que le pasó a la presidente de los argentinos, al referirse al horario de trabajo de los docentes y a sus vacaciones. Recordemos que en la apertura de las sesiones ordinarias de la legislatura nacional Cristina Fernández expresó que los educadores “trabajan cuatro horas diarias y tienen tres meses de vacaciones”, agregando: “Creo que quedaron atrapados en una lógica de otro país, la lógica de la carpa blanca, cuando les descontaban el salario”.
En este aspecto, como en otros peca de desinformada por no decir malintencionada.
Personalmente provengo de una familia de docentes y además soy docente, por lo que puedo afirmar que uno no solo dedica 4 horas diarias a esta noble actividad, sino que dedica su vida a ser docente, hipotecando su integridad física, psíquica, espiritual y social para tratar de darle a los niños y adolescentes, especialmente, las herramientas necesarias para hacer frente a la vida corrompida que les toca vivir.
Corrompida fundamentalmente por decisiones políticas de gobernantes como la propia presidente, que invitan a no esforzarse para mejorar la calidad de vida y a ser esclavos de las dádivas sociales que manipulan los votos y hacen que funcionarios sean electos por el 54% de los votos o por el 80% como ocurrió en nuestra provincia.
Existen cientos de miles de ejemplos a lo largo del territorio nacional que demuestran que usted, Señora Presidenta, está errada, pero para aclararlo un poco más mencionare el ejemplo de mi tía que tenía que recorrer 30 kilómetros a lomo de mula y 15km más a pie por terrenos montañosos en Jujuy, para llegar a la escuela donde se internaba para llevar luz a tanta ignorancia promovida por funcionarios como usted a lo largo de nuestra historia.
Mi tía ya murió, muy joven, habiendo entregado su vida por sus alumnos. Es por ello que, en nombre de ella y de la gran mayoría de los docentes argentinos que toman en serio a la educación, quiero decirle que esta vez, como en otras, orinó fuera del tarro y salpicó a mucha gente que trabaja seriamente y hace mucho para ver grande a la patria.
Espero que tenga la dignidad de pedir disculpas, aunque tengo la certeza que no lo hará, dado que su obstinación y altanería no se lo permitirán.
Es lo que le pasó a la presidente de los argentinos, al referirse al horario de trabajo de los docentes y a sus vacaciones. Recordemos que en la apertura de las sesiones ordinarias de la legislatura nacional Cristina Fernández expresó que los educadores “trabajan cuatro horas diarias y tienen tres meses de vacaciones”, agregando: “Creo que quedaron atrapados en una lógica de otro país, la lógica de la carpa blanca, cuando les descontaban el salario”.
En este aspecto, como en otros peca de desinformada por no decir malintencionada.
Personalmente provengo de una familia de docentes y además soy docente, por lo que puedo afirmar que uno no solo dedica 4 horas diarias a esta noble actividad, sino que dedica su vida a ser docente, hipotecando su integridad física, psíquica, espiritual y social para tratar de darle a los niños y adolescentes, especialmente, las herramientas necesarias para hacer frente a la vida corrompida que les toca vivir.
Corrompida fundamentalmente por decisiones políticas de gobernantes como la propia presidente, que invitan a no esforzarse para mejorar la calidad de vida y a ser esclavos de las dádivas sociales que manipulan los votos y hacen que funcionarios sean electos por el 54% de los votos o por el 80% como ocurrió en nuestra provincia.
Existen cientos de miles de ejemplos a lo largo del territorio nacional que demuestran que usted, Señora Presidenta, está errada, pero para aclararlo un poco más mencionare el ejemplo de mi tía que tenía que recorrer 30 kilómetros a lomo de mula y 15km más a pie por terrenos montañosos en Jujuy, para llegar a la escuela donde se internaba para llevar luz a tanta ignorancia promovida por funcionarios como usted a lo largo de nuestra historia.
Mi tía ya murió, muy joven, habiendo entregado su vida por sus alumnos. Es por ello que, en nombre de ella y de la gran mayoría de los docentes argentinos que toman en serio a la educación, quiero decirle que esta vez, como en otras, orinó fuera del tarro y salpicó a mucha gente que trabaja seriamente y hace mucho para ver grande a la patria.
Espero que tenga la dignidad de pedir disculpas, aunque tengo la certeza que no lo hará, dado que su obstinación y altanería no se lo permitirán.
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