¿Por qué nos cuesta tanto valorar la vida?, ¿Por qué nos cuesta entender que la fatalidad está a la espera de nuestros errores?
Creeremos quizás que a nosotros nunca nos va a pasar. ¡Que equivocados que estamos! Nos está pasando y vemos, cada vez con más frecuencia, como nuestros jóvenes buscan la muerte hasta encontrarla y somos testigos de ello y no hacemos nada.
Despertemos, nuestros hijos están regalando su vida. Se la están entregando al alcohol, a la droga, a la velocidad y nosotros creemos que tenemos que ser compinches de ellos y descuidamos nuestras responsabilidades de padres, docentes, policías, funcionarios, gobernantes.
No es posible que la estupidez ponga en vilo la paz social. No seamos rehenes de este mundo de eterna adolescencia que se nos impone y nos convence que romper las reglas es divertido, es de cancheros, de ganadores. ¿Ganadores de qué?, de una muerte segura. Por favor encontremos la cordura, no le regalemos armas con ruedas a nuestros hijos, cuando todavía no saben caminar.
Enseñémosle a caminar por las sendas de la responsabilidad, pero eduquémoslos primero con el ejemplo, no seamos hipócritas, no nos convirtamos en cómplices de sus caprichos. Es preferible que lloren y pataleen porque le negamos la moto o el auto a que tengamos que llorar eternamente nosotros porque ya nos los tenemos a nuestro lado o porque han matado a otro ser que es tan inocente como ellos.
Por favor ya son suficientes muertes. Nuestro corazón y nuestra mente no pueden aguantar una más. El próximo puede ser nuestro hijo o nosotros mismos. Acabemos con esta barbarie, entre todos debemos ponerle cota a este flagelo social, pero no miremos para otro lado, la fatalidad no perdona descuidos o negligencias. Mañana puede ser demasiado tarde.
Diego Eliseo Leonardo López
Creeremos quizás que a nosotros nunca nos va a pasar. ¡Que equivocados que estamos! Nos está pasando y vemos, cada vez con más frecuencia, como nuestros jóvenes buscan la muerte hasta encontrarla y somos testigos de ello y no hacemos nada.
Despertemos, nuestros hijos están regalando su vida. Se la están entregando al alcohol, a la droga, a la velocidad y nosotros creemos que tenemos que ser compinches de ellos y descuidamos nuestras responsabilidades de padres, docentes, policías, funcionarios, gobernantes.
No es posible que la estupidez ponga en vilo la paz social. No seamos rehenes de este mundo de eterna adolescencia que se nos impone y nos convence que romper las reglas es divertido, es de cancheros, de ganadores. ¿Ganadores de qué?, de una muerte segura. Por favor encontremos la cordura, no le regalemos armas con ruedas a nuestros hijos, cuando todavía no saben caminar.
Enseñémosle a caminar por las sendas de la responsabilidad, pero eduquémoslos primero con el ejemplo, no seamos hipócritas, no nos convirtamos en cómplices de sus caprichos. Es preferible que lloren y pataleen porque le negamos la moto o el auto a que tengamos que llorar eternamente nosotros porque ya nos los tenemos a nuestro lado o porque han matado a otro ser que es tan inocente como ellos.
Por favor ya son suficientes muertes. Nuestro corazón y nuestra mente no pueden aguantar una más. El próximo puede ser nuestro hijo o nosotros mismos. Acabemos con esta barbarie, entre todos debemos ponerle cota a este flagelo social, pero no miremos para otro lado, la fatalidad no perdona descuidos o negligencias. Mañana puede ser demasiado tarde.
Diego Eliseo Leonardo López
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