sábado, 5 de junio de 2010

EN NUESTRO CUMPLEAÑOS DESPEDIMOS A UN AMIGO



La edición sesenta y cinco de L.E.A. Revista del Interior, tiene un profundo significado para nosotros. En ella están presentes la alegría de llegar a sus hogares, a las Instituciones Educativas, a las oficinas, a los locales comerciales, y a tantos rincones de nuestra ciudad y pueblos vecinos, desde hace cuatro años. Pero además estará vigente el recuerdo de un amigo que se alejó físicamente.
Ver plasmado este anhelo, largamente perseguido, nos hace felices. Porque este recorrido lo hicimos con ustedes, sintiendo que nos aceptaron desde el primer día, obligándonos a no parar, a mejorar constantemente.
Sabemos que existen barreras que todavía no logramos saltar, que hay limitaciones y carencias, pero estamos convencidos que marchamos por la buena senda, con objetivos claros deseosos de cumplirlos, y que seguramente se irán haciendo camino al andar.
Ese camino tan joven y tan extenso al mismo tiempo, es el que nos permitió llegar a gente y lugares, sorprendiéndonos gratamente. A personas de bien que nos abrieron sus puertas cuando lo solicitamos; transmitiéndonos experiencias de vida y conocimientos, muestras de afecto sin mezquindades, palabras de aliento y deseos de éxito en lo emprendido. ¡Nada más difícil de encontrar en los tiempos que vivimos!.
Es por ello que quienes integramos esta editorial, no podemos mencionar estos cuatro años de ilusión y motivación, sin recordar a quien fuera un amigo permanente de la revista, en los consejos del comienzo y en los aportes constantes; en la participación desinteresada y en la apertura de su persona hacia nuevos pensamientos.
Nos referimos al Arquitecto Luís César Manzino (Chucho), recientemente fallecido en la ciudad de Rosario.
Su muerte nos provoca una inmensa tristeza, ya que tuvo una participación activa en nuestra comunidad, y sus obras quedan sembradas en toda la ciudad, como un fiel reflejo de su compromiso público,
Quienes lo conocieron recuerdan que desde joven comenzó a trabajar en la carpintería de su padre aprendiendo el oficio con dedicación y responsabilidad. Instrumento que le serviría posteriormente, cuando años más tarde se instalara en la ciudad de Rosario, para continuar la carrera de Arquitectura, debiendo sortear los costos de la misma, poniendo en práctica su oficio en esa ciudad.
Chucho, fue un hombre de bajo perfil pero de mucho carisma; propulsor de ideas y de pensamientos innovadores.
Su regreso a Quimilí ya como profesional, le permitió convertirse en el eje de la obra pública en nuestro pueblo. Trabajó desde sus inicios, allá por los años ochenta, en la intendencia del Maestro José Sinesio Gómez, posteriormente lo hizo con el Dr. René Mustafá y en la actualidad brindaba sus servicios a la actual gestión del intendente C.P.N. José Gelid.
Su inquietud netamente social. lo llevó a participar activamente en el club de sus amores, Juventud Unida. Muchas veces trabajando en soledad, pero convocando a todos permanentemente. Fue presidente de esta institución en varios períodos; pudiéndose apreciar todavía, pinceladas del esfuerzo realizado en sus gestiones, para que esta entidad deportiva no se convierta en un fantasma del pasado, como muchas.
Nunca fue egoísta y sus conocimientos y experiencia fueron bien aprovechados por sus alumnos, tanto del histórico Instituto Mariano Moreno donde trabajo ad honores, como del Profesorado Calasanz, donde acompañó a sus educandos en la formación docente profesional.
El Arquitecto Luís Manzino significa hoy, una pérdida muy importante para los Quimilenses, dejándonos sus ideas e inspiraciones, transmitidas en plazas, paseos, escuelas, viviendas, espacios públicos, salones culturales, que seguramente sabremos valorar y disfrutar cada día.
Entre los trabajos realizados bajo su dirección podemos mencionar, el Teatro Municipal, el Colegio Agrotécnico, las Escuelas San Cayetano y Mundo Feliz, Los jardines de Infantes del Barrio Malvinas, Barrio Triángulo, San Francisco; Las plazas Auditorium, Colón, plazoleta el Libertador y cuantiosas obras dispersadas en diferentes puntos de nuestra localidad.
Podemos decir además que inculcó a sus hijos, Santiago, Gabriel y Cecilia su amor por Quimilí, quienes siempre comprendieron a su padre y a su cariño depositado en esta tierra.
Será decisión de quienes quedamos en Quimilí, especialmente de aquellos que conducen políticamente nuestros intereses, elegir el lugar que deseamos darle, a aquellas personas que dejaron este mundo, aportando su mejor expresión hacia nuestro pueblo.